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…Y todo por llamar ‘pndjo’ a Amlo

19 de agosto de 2024
Rafael Navarro Barrón

Rafael Navarro Barrón

Editorialistas Libres de Parral
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La secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, no le contesta ni devuelve las llamadas telefónicas a Maru Campos: “que no está en la oficina”, “que salió a una reunión”, “que está con el presidente”; pero a la fiesta de cumpleaños de Javier Corral Jurado –su amigo y ahora compañero de partido- la funcionaria estrella del gabinete de Amlo, llegó puntual, cantó el ‘happy birthday’ y se retiró del festejo hasta que el exgobernador de Chihuahua apagó la velita número 58, aquel viernes 2 de agosto.

Todo el gabinete está molesto por aquella frase demoledora, emitida por Maru Campos, que se constituye en una descripción perfecta en relación a lo que ha sido la desastrosa administración morenista en el tema del combate al crimen organizado.

De allí viene el encabronamiento de Luisa María, que ordenó a su equipo de trabajo negar las llamadas a la gobernadora de Chihuahua.

La expresión popular, emitida por la gobernadora chihuahuense no fue cosa del otro mundo. Es lo que piensa la mayoría de los mexicanos, las madres buscadoras, la DEA, el presidente Biden, el Papa Francisco, el presidente Bukele, el New York Times y los Reyes de España. Por eso Maru no vaciló en ese tenor cuando dijo que “(el gobierno federal) se hace pendejo” en el combate al narco.

Desde aquel día, ni un segundo de su vida, don Amlo ha podido olvidar esa taladrante frase. Ya lo habló con Beatriz, ya tocó el tema con su círculo cercano y hasta con su espejo personal.

Por eso el desdén en la gira privada, pero pública, que realizó a Ciudad Juárez. El presidente, todavía sentido, ofendido y humillado, haciendo pucheros porque Maru infirió que el gobierno federal “se hace pendejo” en la lucha contra el crimen organizado, decidió no invitar a la gobernadora.

“¡No la quiero ver! Inventen cualquier chingadera, pero no quiero a nadie del gabinete panista”. Por eso él, Claudia y su gabinete se comieron solos la mini gira al Hospital de Especialidades del IMSS que está en etapa de conclusión y se ha inaugurado tres veces, desde hace 20 años.

Cuando alguien hace un señalamiento de ese tamaño, incluyendo la grosería de llamar ‘pendejo’ a un ser que se siente iluminado, el coraje crece, pues los mexicanos sabemos que una mentada de madre es un agravio a una tercera persona muy querida para los que vivimos en este país; pero que le digan pendejo a un presidente de la república, es como un anatema religioso, es algo así como pararse en la puerta principal de La Masyid al-Haram en la ciudad de La Meca y leer en voz alta ‘Los Versos Satánicos’ de Salman Rushdie.

Cuando a alguien le dicen ‘pendejo’, las entrañas se reprimen, la parte externa de la zona rectal se encoje, el individuo siente un calor en el pecho que baja hasta las tripas y hay una expansión de las neuronas que están interconectada con los neurotransmisores que operan en el cerebro.

Por eso, el coraje, la ira, la furia, la rabia, el encono y la muina ante la estocada política propinada por Maru Campos al inquilino del Palacio Nacional. Y la afrenta, ya lo vimos, no quedará impune.

De puro coraje, la gobernadora estará en cada ‘mañanera’ hasta el último minuto en que el dueño de la 4T respire como presidente porque don Amlo se ha enfermado de coraje. El médico militar que lo checa diariamente diagnosticó que, por circunstancias desconocidas, se mantiene comprimido el occipucio hombre más importante de México, al grado tal que, aunque Claudia Sheinbaum le dio un beso a la gobernadora Maru y le juró nuevos tiempos, reconciliación y cooperación efectiva; aunque se prometieron mutuamente un diálogo abierto, de mujer a mujer, el señor Amlo no quiere ver a la panista ni en pintura. Así como lo oye, ni en pintura.

De allí la gira privada a Ciudad Juárez, donde la candidata electa brilló sola frente a sus correligionarios… y el presidente de la república se mantuvo al margen, como si fuera una dama de compañía, como una geisha caminando con sigilo con los Okobo de madera, con la cabeza encorvada.

En la recepción de los políticos más populares de Morena, no estuvo Maru ni un embajador de Estado. Muchos recibieron a la primera mujer presidenta en el aeropuerto privado de Juárez y estrecharon la mano presidencial que aún temblaba por la afrente de haber sido llamado ¡pendejo!

Y los dos presidentes de México, el legal y la electa, recorrieron las calles recién pintadas por el gobierno municipal morenista. Era una fantasía surrealista, casi una pintura de Van Gogh, observar los camellones juarenses con ese amarillo fulgurante, todavía oliendo a pintura fresca; todo un espectáculo para los residentes fronterizos, alejados de esos lujos que solo son visibles, como los cometas, cuando vienen los altos dignatarios.

Los distinguidos visitantes descubrieron la exitosa vegetación de los camellones, esa naturaleza muerta, muy muerta (que algún día tuvo vida pero que murió por falta de un riego constante y comprometido).

Esas ramas secas o moribundas, forman parte del paisaje juarense al que nos hemos acostumbrado porque los huevones de Parques y Jardines andan en todo, menos en salvar la vegetación citadina.

Afuera del aeropuerto, los presidentes pudieron observar la obra conocida como ‘los tres sapos’; uno representa el origen, el anfibio que simboliza al PAN; otro el sapo que brincó al corrompido partido Movimiento Ciudadano y el último, el bufónido que brincó a Morena.

Por falta de tiempo y logística no pudieron observar la maravillosa estructura conocida como ‘El Esperpento’, ubicada muy cerca del kilómetro 20, evocación dedicada a Javier Corral.

Esa escultura amorfa representa fielmente al exgobernador panista cuya formación y valores políticos carecen de claridad y ética ideológica; un día de derecha, otro de izquierda, proclive a la verborrea verbal como defensa, traidor y cobarde ante sus detractores.

Pero el tema es la ruptura Amlo-Maru. La desvencijada relación política se venía hundiendo día a día y se recrudeció con el affaire que tiene que ver con la ‘pendejeada’ que le dio Maru al tal López.

Pero antes, don Amlo, fiel a su descompuesto discurso que se traduce en la vieja y conocida práctica de hablar sin conectar el cerebro, fue víctima de su propia paranoia presidencial y tras esos temores recurrentes, de que él es la víctima siempre, confabuló contra la gobernadora al acusarla de enviar personas a protestar durante una gira que el primer mandatario realizaba por Ciudad Juárez.

Ese día se dio una protesta que tuvo su origen en un acto criminal que se registró en las celdas del Instituto Nacional de Migración donde se quemaron y murieron 39 personas.

La visita de Amlo se realizó el 31 de marzo del 2023. Una mujer se acercó hasta el mandatario federal y le pidió que no hiciera lo que hace Estados Unidos.

“No somos iguales, mi amor, no nos confundas”, le respondió López Obrador.

“¿Usted era provocador cuando defendía la justicia y la dignidad?, lo cuestionó la mujer que previamente le había pedido que no actuara como el país vecino.

“No, pero no lo hacía yo así, no lo hacía así”, le contestó López Obrador.

¿Ah no? ¿Cómo lo hacía, no estaba toda la gente en el Zócalo, no había millones de gente en el Zócalo defendiéndolo, señor?

El Presidente dijo que él lo hacía de manera pacífica. Los pequeños ojos del mandatario se abrieron a la par que sus labios, solo para decir:

“Que se me hace que te mandó Maru, mi amor”.

La mujer le indicó que nadie lo estaba violentando.

“Te mando Maru”, le volvió a decir.

“No, señor, no; esa señora tampoco nos representa…”, le respondió la mujer.

“Mira, ¿No es una provocación esa?”, inquirió AMLO.

“Es una exigencia de justicia, es lo que es”, le precisó la mujer.

Tras ese incidente, no hace muchos meses, vino después otra reacción endiablada que se robó casi 20 minutos de la mañanera. Tras la liberación de César Duarte, luego de que una jueza de control permitiera que la réplica histriónica del comediante Norvell Hardy, siguiera el proceso judicial en casa, el presidente de la república exhibió las componendas para liberar al ex gobernador y presentó el caso como un ejemplo de corrupción para documentar la necesidad de reformar el Poder Judicial.

El mismo discurso lo ha repetido don Amlo en otros casos. Es ya crónica la vinculación de Duarte y Maru, en específico, en el tema de la orden de aprehensión contra Javier Corral Jurado.

En el camino de la controversia entre el presidente y Maru Campos se han atravesado personajes como Juan Carlos Loera de la Rosa y algunos de la secta morenista en el Congreso de Chihuahua que han encabezado campañas feroces contra el gobierno estatal.

Una de esas campañas fue la negativa de la gobernadora a la entrega de los libros de texto gratuito para primarias y secundarias. Las movilizaciones de supuestos padres de familia, acarreados de algunos municipios del Estado fueron pagados por la Secretaría del Bienestar, que en ese entonces dirigía Juan Carlos Loera.

También se prodigaron recursos de los diputados locales, algunos de ellos miembros distinguidos del lobby gay que están fascinados con el contenido de los libros que se reparten en el nivel básico y medio, porque es algo así como su biografía no oficial.

Luego, inclinaron la balanza para que se unieran a la protesta los líderes de las secciones 8ª y 42 del SNTE, ambos cortados con la misma tijera: ambiciosos, cobardes, acomodaticios y corruptos. Ambas agrupaciones inyectaron recursos a las campañas morenistas y convocaron al voto corporativo de sus agremiados a favor del partido de López Obrador.

Una nota periodística que circuló en la ciudad de Chihuahua, publicada poco antes del proceso electoral, señalaba: “Resulta sintomática la información difundida en las últimas horas, en la que se afirma que los profes Manuel ‘La marran’ Quiroz y Eduardo Zendejas ‘El chacalón’, líderes de la Sección 42 y la 8 del SNTE en Chihuahua, respectivamente, recibieron línea política en la Ciudad de México, obviamente a favor de Morena y para apoyar, desde la entidad chihuahuense a su líder nacional que ya es senador electo de Morena.

Y por si las cosas no tuvieran el suficiente ingrediente de confrontación entre Morena y el panismo chihuahuense, surgió Andrea Chávez o, mejor dicho, la ‘Lady Relevo Generacional’, la que presume será la senadora más joven de la historia de México. Y ¿Cómo no?, la también llamada Lady Aviones, recibió toneladas de dinero, cuyo origen y cantidades se ha convertido en un misterio a la altura del ‘santo grial’, como todo lo que representa su actividad política.

Esta jovencita se ganó un lugar en Morena al despotricar contra la gobernadora Campos Galván y contra ¡Javier Corral! (antes de su conversión al morenismo) por endeudar el Estado, por el BRT (sistema de transporte), por corruptos.

En tribuna dijo una de esas veces: “Javier Corral (ahora su compañero de partido y próximamente de curul) adquirió una deuda de 75 mil millones de pesos, mientras que la actual gobernadora, Maru Campos Galván, aumentó la deuda por 24 mil millones de pesos más”.

En ese evento, en la cámara de diputados, el sarubobo Murguía Lardizábal, la mala copia de su hermano Teto Murguía, cargaba una cartulina que decía: ‘Chihuahua aumenta 9.4% el presupuesto 2024’.

Daniel tenía prisa por salir en la foto porque al interior de Morena les han hecho creer que Andrea Chávez será la próxima gobernadora chihuahuense.

No imagino en la máxima silla estatal a la bribona del relevo generacional disponiendo del recurso estatal para sus vanidades, paseando a su familia y hasta al perro de casa en la flota aérea del Estado, mientras Adán Augusto López le declama el ‘Nocturno a Rosario’ desde la plaza Hidalgo.

En esa reyerta política, sacudida por dimes y diretes, vino el encuentro de los gobernadores del norte del país y la nueva presidenta de México, que asumirá el poder el primer día de octubre del 2024.

En una declaración reciente, tras ese encuentro, la gobernadora de Chihuahua dijo que respetaba la investidura de Claudia Sheinbaum, “pero hubo personas que se metieron en medio a hablar mal de una servidora, pero estamos en tiempos de reconciliación”.

Una de esas personas fue Javier Corral Jurado que reservó para el mejor momento la información privilegiada de la famosa nómina secreta de César Duarte, donde aparecía la gobernadora.

También dijo que la pareja sentimental de Maru Campos había recibido un contrato directo por más de 400 millones de pesos.

Maru Campos, dijo Corral, intentó llegar a un acuerdo judicial, al ofrecer la cabeza del ahora fiscal, César Jáuregui (aparentemente también parte de la nómina duartista), si la que hoy gobierna era exonerada.

El ex gobernador, dijo que hay una declaración de Jáuregui ante la Fiscalía donde asegura que él es quien recibía el recurso que entregaba César Duarte a los diputados panistas, entre ellos a Maru Campos.

Pero Javier Corral, que se autocalifica como un hombre honesto y decente, dijo que su alcance ético no permitía ese tipo de negociaciones. Lo que no contó a Claudia y a don Amlo, son los recursos que sirvieron para los fines de su campaña provenientes de los fondos del exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, hoy preso en los Estados Unidos por nexos con el cartel de Sinaloa.

Es por eso, que la anhelada reconciliación, Claudia-Maru quedará para cuando arranque el siguiente sexenio, porque unas horas antes de que la señora Sheinbaum y el presidente estarían en Ciudad Juárez, la visita se convirtió de pública a privada, pero finalmente en pública; sin prensa, pero con prensa; sin el pueblo incómodo que increpara al presidente, pero con el pueblo que aplaude. Sin Maru para que no se enoje el inquilino de palacio.

La visita se realizó el viernes 9 de agosto. El mandatario anunció que supervisaría (no inaugurará) las obras del Hospital General Regional No. 2, del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Para completar la fiesta, vino después la ‘conversión’ de Corral Jurado al morenismo. Se repitió la escena bíblica de Saulo de Tarso, pero en versión política a favor del partido creado por el presidente de la república que, durante el panismo de Javier no se cansaba de hablar de la personalidad huevona y trivial del ahora prófugo de la justicia, pero amparado.

Durante la campaña a la presidencia de la república, en tierras juarenses, Amlo enarboló la grandeza de los chihuahuenses para “tan poco gobernador (Javier Corral)”.

Porque era del dominio público que Corral era un desvergonzado huevón que no trabajaba. Por eso don Amlo se calentó y con la espada desenvainada, espetó lo que su ronco pecho pensaba del panista: “Está bien que (Corral) le eche la culpa a (César) Duarte, pero no se va a pasar toda la vida echándole -nada más- la culpa a Duarte, sin hacer nada. Porque no ha hecho absolutamente nada en beneficio de Chihuahua.

Al contrario, hay cosas que están peor ahora que cuando estaba Duarte. Ha crecido mucho la violencia en Chihuahua, no hay programas preventivos, no se atiende a los jóvenes, no se apoya al campo, no se generan empleos, no hay bienestar, puro protagonismo. Hay anda ahora de alcahuete, de matraquero del canalla (de Anaya)…”

El corolario fue el intento de detención del, según Amlo, huevón, negligente, poca cosa, alcahuete, matraquero de Javier Corral en la Ciudad de México.

Hasta hoy no queda claro si la intención del gobierno de Maru Campos era exhibir la protección impune que tejen los representantes del morenismo a quienes forman parte de su grey y secta religiosa.

Detener a Corral en tierras morenistas, era como ir a mentarle la madre a la justicia, pero el operativo falló o, posiblemente, esa era la intención: que la noticia fuera tomada por los medios de comunicación de la capital del país.

Luego, vendría la declaración repetida frente a uno y otro periodista de radio y televisión, del fiscal Anticorrupción, Abelardo Valenzuela.

El discurso de Valenzuela era repetir y repetir el saqueo de 95 millones de pesos cuando fue gobernador, para exhibirlo ante la 4T y su ‘segundo piso’ como un corrupto.

Si fue así, la genialidad los acompañó en esa treta en el restaurante GinGin. Pero también existe la versión de la torpeza, de la novatez, de agentes cobardes, incapaces de someter a un ser tan lánguido y asustadizo, como Javier Corral.

Pusieron frente al operativo a un agente tartamudo, que se achicó, no sabemos si se orinó, pero es más que obvio que no pudo responder la metralla de cuestionamientos del Fiscal patito de la Ciudad de México que acudió a rescatar a Corral.

Y de allí en adelante, la andanada de ataques y disparates políticos en contra del gobierno panista de Chihuahua. Y hasta octubre, la zozobra de vivir bajo el látigo de un paranoico, que odia más de lo que ama y miente casi igual como respira.

En todas esas bribonerías, hay que preguntarnos ¿Chihuahua qué culpa tiene?

En colaboración con TalCual

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