DICHO POR ROCHA

Calles de Tepic y Guadalajara llevan en su honor el nombre del primer gobernador del estado de Jalisco, un hombre sensato, sindicalista, visionario, de acrisolada honradez y desapego por los bienes materiales, de fuertes convicciones independentistas, nacido hace 242 años en Ahuacatlán, Nayarit, entonces parte de la Nueva Galicia, un día 4 de enero.

Ramón Ignacio Prisciliano Sánchez Padilla gobernó del 8 de enero de 1825 al 30 de diciembre de 1826. Brillante diputado constituyente y alcalde de Compostela, Nayarit. Visualiza en el “Pacto Federal de Anáhuac” organizar los tres poderes de la federación y de los estados. Combate sin descanso la corrupción e impide que los sacerdotes hagan política desde los púlpitos.

Invita a ciudadanos armados a defender la integridad territorial jalisciense, agrupados en una milicia cívica y arranca la enseñanza de manos de la Iglesia, que deposita en el Instituto de Ciencias del Estado, en célebre escrito que denominó “Hereje la tapatía porque no fía”. Fallece en el cargo. Sepultado sin pompa alguna ni epitafio, en camposanto para indigentes.