Erik Jurado

Estamos a escasos cuatro días de ver la salida de Alfredo Lozoya como presidente independiente de Parral, Está condición se cumplirá si y sólo sí el personaje denominado “Caballo” sostiene su palabra de ser candidato a la gubernatura de Chihuhua. Personalmente no me extrañaría que Lozoya se desdijera, pues su palabra es lo mismo que una moneda de tres pesos. Y parece más viable que doble su palabra ante las tentaciones de una posición plurinominal, ahora que ya tiene un partido y dado que es suyo ya no es malo, al contrario, ahora es lo máximo y viene a salvar a Chihuahua, de la mano de su mosquetero de finos modos; Paquito.

Lo que deja Lozoya por su caminar por la presidencia municipal es el boulevard de los sueños rotos, las carteras cansadas y un Parral inconcluso.

Mucha gente tuvo esperanza en que, con el ascenso a la presidencia municipal, de un proyecto independiente la vida sería mejor, esto porque no existían compromisos macabros, ni esperanzas fallidas. obviamente no fue así. Ni una nueva empresa en Parral, sin obras de relevancia o que mejoren la vida, ni avances significativos en nada.

Lozoya se va y el pueblo queda igual. Con el antecedente de haber prometido mucho (colonia para los policías, terminar el teleférico, re colocar la estatua de villa, remodelar las fachadas de Parral, vivienda digna y de mayor calidad, solucionar el problema del agua en el municipio, componer el desastre que provocó en el relleno sanitario y otras tantas cosas que no hizo.)

El gobierno independiente fue un espejismo que jugó a la administración. Lleno de circo y falsedades, cabildos de todo tipo sin ningún tipo de continuidad, llenando a la gente de ilusiones, pero sin concretar cosas serias. Con todos los medios comprados formularon en la cabeza de la gente el proyecto y la administración independiente, cosa que es sólo un concepto.