Erik Jurado

 El cambio político trae consigo siempre la esperanza de mejorar cosas y superar antiguos escollos. Aquí en Parral era urgente un cambio de manos en la administración pública, pues las manos “independientes”, luego naranjas estaban ya muy sucias y el vicio en la administración era tanto que era indispensable el cambio, hasta por propio bien de los implicados.

Salvador “chava” Calderón resultó victorioso en los pasados comicios, bajo la irrefutable verdad de la necesidad de un cambio administrativo y político. La esperanza ciudadana está depositada en que un cambio suceda, pero a la fecha no ha llegado.

En días pasados se sucedió un evento que ratifica la misma línea, hubo una sesión de cabildo en la que se presenta una nueva “actualización” a las tablas unitarias de valor y como consecuencia el aumento al impuesto predial. Esto resulta un golpe directo al ciudadano, pero también para quienes votaron por un cambio, pues esta es la misma metódica que había seguido MC, facilitar su administración mediante cargar la mano al ciudadano (es importante resaltar la hipocresía de los regidores que representan a MC, que siempre estuvieron a favor de esos aumentos y ahora se redimen solicitando el nulo aumento).

Con esto queda claro que no hay un cambio administrativo, pero tampoco hay un cambio de política, a esto se suman las mismas directrices en estacionometros y su recaudación, protección civil y su ánimo recaudatorio e inútil perspectiva de trabajo, eventos populares sin fondo y una nula visión de refuerzo económico ni social.

Tal vez esto se puede explicar desde la nula existencia de una estrategia global, la incapacidad para deponer a los extrabajadores vinculados con MC, la incapacidad de confeccionar un equipo propio, o cualquiera que usted guste especular. Lo que es cierto es que el gobierno actual de chava, no ha logrado una visión propia, y repite la línea de los anteriores.

Hoy tenemos un gobierno de coalición con tintes naranjas.

Es importante que el presidente despierte del letargo político que ha venido mostrando, y que se de cuenta que debe tener carácter propio, y la gente no espera una replica a modo de lo que ya conocíamos, los ciudadanos esperan formas novedosas de resolver problemas y recargar la mano a la ciudadanía no es el camino.

Un gobierno que no sabe como debe gobernar hace lo que ya venía sucediendo, pero aquí lo que se necesita es detener el tren y reflexionar sobre lo que se hará y si realmente están marcando una línea distinta, pues si esta reflexión no se da de inmediato se vaticina un inminente fracaso y una decepción mayor de los cuídanos hacia sus gobiernos.