Francisco Vázquez Lujan

Hoy en México entero se escucha música y campanas al vuelo con motivo de las famosas coaliciones y alianzas que se han materializado en dos grandes bloques; por un lado, los que se han uncido al carro de Morena y por el otro los partidos que son opositores al gobierno de López Obrador y que se hacen llamar Frente Amplio por México o Fuerza y Corazón por México.

Cabe recordar, señalar y destacar que las alianzas mas famosas de los últimos tiempos; una de ellas fue la encabezada por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que aglutino a todos los grupos de “Izquierda” y a los personajes que se escindieron del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1988 y las que orquesto nuevamente en el 2006, 2012 y 2018 López Obrador, quien saltando de partido en partido hasta formar y adueñarse del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), conformado fundamentalmente por los renegados del PRI, PAN, PRD, y las tribus de la “Izquierda” tradicional, llego así, como todo mundo sabe al poder en 2018.

En las presentes elecciones (2024) que se les a dado el mote de históricas por la gran cantidad de puestos de elección popular que están en juego (gubernaturas, senadurías, diputaciones federales y estatales, presidencias municipales, etc.), hasta llegar a la joya de la corona que es la presidencia de la república.

Ahora bien, se sabe que una de las diferencias entre dictadura y democracia, es que la primera confiesa sin tapujos ni camuflajes su carácter totalitario, mientras que la segunda tiene la habilidad de esconderlo en una maraña de leyes, reformas y decretos destinados a engañar a la opinión pública.

En nuestro país, la legislación vigente reduce la participación del pueblo al ridículo derecho de votar y ser votado y al derecho de petición, que no es otra cosa, que una farsa para no resolver afirmativamente la problemática y demandas que se le plantean al gobierno en turno. De esta forma se monopoliza de manera absoluta el poder efectivo y con ello garantizan una dependencia y un sometimiento total que impide y dificulta todo intento de la gente por independizarse o revelarse; es decir, es una democracia en la forma, pero una dictadura en los hechos.

El régimen político mexicano encontró su forma de “democracia” en el sistema de partidos políticos, cuyas burocracias son las que se han encumbrado en el poder y cuando lo pierden simple y sencillamente reniegan del partido al cual pertenecen y saltan cual viles chapulines para buscar acomodo a como de lugar en la burocracia gubernamental futura. Esto y no otra cosa esta sucediendo en la actualidad en nuestra patria, triste espectáculo de quienes, sin dignidad, ni rubor alguno abandonan sus “principios” buscando el beneficio personal, mas ahora, que tienen quien los purifica y santifica en la mañanera presidencial.

El pueblo de México debe tener claro que la unidad es un medio para alcanzar determinados objetivos y nunca un fin en si mismo, por tanto el carácter positivo o negativo de cualquier acto de unidad reside necesariamente y estrictamente en la naturaleza de los fines e intereses a que sirva dicha unidad; por lo mismo, el pueblo debe saber diferenciar analizando profundamente, con base en las experiencias pasadas, quien o cual coalición u alianza representa realmente sus intereses, y si, ninguna de ellas lo hace, entonces, lo consecuente es que el pueblo se una, se organice independientemente y forme su propio partido político y con el luchar por el poder político, y trasformar de manera efectiva, y en todos los aspectos nuestro país.