Erik Jurado

Desde la llegada de AMLO al poder se ha avivado, en el país un debate burdo, que debió abandonarse por su limitación en la resolución de problemas. El debate entre izquierdas y derechas. Hoy perdemos mucho el tiempo en discutir sobre la viabilidad de estrategias de justicia, cuando en realidad no tiene fondo la discusión, “primero los pobres” dice el eslogan.

Para quien no termine de entender estas posturas (a veces ni yo mismo lo hago) es sencillo aclarar que esta discusión obedece a un estadio pre científico de la política, al periodo de la revolución francesa, cuando el gobierno monárquico debió disolverse y los franceses, que en ese entonces era uno de los países ejemplares para el mundo,  discutían sobre el estilo de gobierno más conveniente, dividieron las posturas entre izquierda y derecha (según se encontraban posicionados en el recinto los equipos políticos). Básicamente la discusión versaba sobre política económica, y social.

Las izquierdas con normalidad de inclinan hacia el gobierno del poder económico y el liberalismo moral. Mientras que las derechas se encasillan en la libertad de los capitales y el conservadurismo moral. Asunto que no necesariamente es así en los ejemplos políticos en los diferentes países.

Lo cierto es que hoy es necesario seguir tomando decisiones, y tener estrategias, pero la gran diferencia es que existen los mecanismos para medir y evidenciar la efectividad de las estrategias. Los temas son claro, el combate a la pobreza, el bienestar y la buena calidad de vida, la salud, y ninguno de ellos adolece de un tratamiento ideológico.

Basta con escuchar los debates políticos para advertir que ya es ridículo mantener discursos cerrados y dogmáticos, la actualidad exige el abordaje concreto de problemas bien definidos. Lo único que provoca la ideología es segmentar a la sociedad y mantener divisiones absurdas como la de los ricos y los pobres, los buenos y los malos.

La salida en todo esto es promover la formación ciudadana en abordaje de problemas sociales y el análisis de medición de las estrategias. De igual modo nuestra política debe migrar hacia el entendimiento que hoy es importante estar en un encuadre de valuación de gobiernos de forma objetiva, pero también de las construcciones de agendas, que ese sería el que hacer de los partidos dentro de un esquema político y democrático.

La sociedad es el objetivo y desde la sociedad se puede valorar la estrategia de gobierno, así pues el gobierno de AMLO debe ser valorado en su tiempo y con las condiciones de momento, así como el de Felipe debió valorarse en su tiempo  su contexto y sus situaciones específicas.

Lo que planteo aquí es una alternativa al discurso obsoleto de las ideologías, para sustituirlo por el modelo de trabajo basado en problemas sociales y estrategias de cambio, o marco lógico del cambio.

Sin duda este es un tema que puede ser debatido ampliamente.