DICHO POR ROCHA

Aquella noche del 21 de mayo pasado, sito en el Templo de Santa Teresa de Jesús, a cargo del presbítero Tomás de Híjar, apareció en muletas Felipe Adrián Rojero, organista de trayectoria internacional y maestro de la Escuela Superior Diocesana de Música Sacra en Guadalajara, quien con ánimo preciso interpretó piezas de Muffat, Bruckner, Delgado y Zimmer. 

Rojero, al borde del banquito, con manos y pies en la justa distancia con el monumental órgano, tocando de memoria las partituras, con la soltura de quien atesora el sonido del aire insuflado por medio de una turbina con fuelle, a través de tubos preseleccionados desde el teclado, deleitándonos con esa música vigorosa, alucinante, maravillosa, con toque de santidad. 

Felipe Adrián ignoró a los asistentes que salían del templo o entraban tardíamente; a los que roncaban a ojo abierto; a los que ignoraron apagar su celular, recibiendo estridentes llamadas telefónicas; a los que aplaudían entre un movimiento y otro o quienes cuchicheaban. Agradecimos a Rojero la belleza de su concierto con el corazón henchido. Noche inolvidable.