El impacto de la violencia en la comunidad se siente no solo en el ámbito económico, sino también en la vida cotidiana de los ciudadanos. Las familias se muestran miedo a salir, lo que ha llevado a un ambiente de desolación en una localidad que anteriormente vibraba con la actividad de sus habitantes. 

Los comercios de conveniencia, en particular, han optado por cerrar sus puertas antes de lo habitual, reflejando la urgencia de proteger tanto a sus empleados como a sus clientes.

Los residentes expresan su preocupación por la falta de medidas efectivas que garanticen su seguridad. "Esperamos que las autoridades tomen cartas en el asunto. No podemos seguir viviendo con este miedo constante", señalaron varios vecinos.