Entrevista:
12 de enero 2025
Venimos huyendo con lo que traemos puesto por eso pedimos ayuda; Desplazados
Historia de una Familia que hace seis semanas salió atemorizada de Dolores, Guadalupe y Calvo.
¡Ese día no pudimos más! aunque desde antes habíamos vivido en la zozobra, los disparos de arma de fuego eran lo de diario y pensábamos que era pasajero, pero la violencia llegó para quedarse en nuestra comunidad del barranco. Es el testimonio una madre de familia que llegó hasta la cabecera municipal de Guadalupe y Calvo y desde entonces viven de la buena voluntad de la gente.
Es difícil explicar lo que esta pasando en la zona del Dolores en el municipio de Guadalupe y Calvo y a la vez demasiado fácil describir las causas; la violencia se enseñorea y los habitantes ya no están.
De mañana la mujer de tes blanca, delgada sale temprano de la casa que le prestaron unas personas, en la orilla de la comunidad, es apenas una habitación, pero permite ir pasándola, en el día toca puertas tantas como puede, habitantes, autoridades, la ayuda no tiene pasaporte de identidad, se da y con eso es suficiente, ¡en la medida de lo que cada quien puede hacerlo!
Aquí es difícil conseguir trabajo, las condiciones sociales no son las mejores, pero al menos no hay violencia, están tranquilos y así es posible hacer por la vida a diario, confía la mujer al llegar a una casa para pedir ayuda.
Es una de muchas historias que se pueden escribir, todas engarzadas, con un común denominador, ¡idénticas! Son las réplicas del abandono oficial y el secuestro delincuencial que les mantiene cautivo el ánimo, la preocupación no se la quitan con nada y los daños colaterales los viven a diario.
En los últimos meses, la violencia en el municipio de Guadalupe y Calvo ha obligado a muchas familias a abandonar sus hogares en busca de seguridad.
Una de estas familias es la de María (nombre con el que se le identifica para proteger su identidad), a quien se le ve pidiendo ayuda en las frías calles de Guadalupe y Calvo a donde llegaron hace poco más de seis semanas.
Dice que ella llegó junto con su esposo y tres hijos pequeños —de 1, 3 y 5 años—, venían también dos adultos mayores y otras dos familias.
El huir del infierno del barranco, en Dolores no fue fácil. El periplo incluye un camino difícil que los ha llevado a vivir en la incertidumbre durante más de mes y medio.
"Salimos de nuestra comunidad en el barranco con lo que traíamos puesto. No tuvimos chance de sacar nada", relató María, con la voz entrecortada. Todos se consolidaron como una sola familia, la de estos desplazados, está compuesta por 15 integrantes, aunque en realidad son 3 familias. Abandonaron su hogar debido a los enfrentamientos armados que azotaban la localidad. Su única opción era huir caminando hasta la comunidad más cercana y así lo hicieron.
Tras dejar su localidad, llegaron a una comunidad cercana a Dolores, donde les ofrecieron refugio, allí estuvieron una semana, sin embargo, el temor viajaba con ellos; "Nos avisaron que venía gente armada y nos dijeron que teníamos que salir de allí de inmediato", recordó. Así, comenzaron una vez más un recorrido incierto que los llevó a través de caminos difíciles, buscando un lugar seguro para refugiarse.
"Gracias a Dios logramos salir por el lado de La Ciénega de Silva, recorriendo el camino hasta Revolcaderos, Sinaloa, para finalmente entrar nuevamente al estado de Chihuahua, por la comunidad de Atascaderos y después al Ocote”
“Llegar hasta Guadalupe fue posible gracias a una camioneta que consiguió mi esposo prestado, veníamos con una mano atrás y otra adelante", compartió María, reflejando la angustia y el sufrimiento que han marcado su viaje.
Una vez en Guadalupe, encontraron un cuarto con baño, nos la prestaron en una colonia de las orillas de la cabecera municipal. Desde hace seis semanas los 15 miembros de esa comuna itinerante intentaban adaptarse a su nueva realidad social, climática, económica y emocional.
- ¿Y cómo están sobreviviendo?
-He salido a pedir ayuda a algunas casas y comercios identificándose como desplazados de la comunidad de Dolores.
- ¿Cuál ha sido la respuesta?
-Algunas personas nos apoyaron con ropa y calzado para los niños, en otras tiendas nos dieron ropa para los adultos", mencionó con gratitud.
Sin embargo, no todas las experiencias fueron positivas. Recuerda con tristeza un incidente en una tienda de conveniencia donde, al pedir ayuda, los atendieron con risas y les negaron cualquier tipo de apoyo. "Fue muy doloroso. La gente no entiende lo que estamos viviendo", lamentó.
El apoyo del gobierno estatal llegó en cobijas, despensas y alimentos básicos como maíz y frijol. También "Fuimos a pedir ayuda a la presidencia municipal, pero nos dijeron que no estaba la presidenta y que no podían darnos apoyo. Nos retiramos sin nada", explicó, sin ocultar su frustración en el rostro y tono de voz al no lograr la empatía en un momento de desesperación.
María y su familia han intentado encontrar trabajo, pero se han enfrentado a la dura realidad de la falta de fuentes laborales en Guadalupe y Calvo; "Nos hemos mantenido gracias a la ayuda de la gente y a algunos programas de gobierno, como el Procampo y Bienestar. Somos beneficiarios de ellos", indicó.
Con el rostro triste, pero con una chispa de esperanza, María concluyó: "Esperamos que las cosas se compongan, pero sé que será muy difícil". Su historia es un reflejo de la lucha diaria de muchas familias desplazadas por la violencia, quienes buscan recuperar la estabilidad y la seguridad que una vez conocieron.
Mientras el camino hacia la reconstrucción de sus vidas continúa, su valentía y resiliencia se mantienen como un testimonio inspirador en medio de la adversidad.