Entrevista:
18 de Abril del 2023
¡Me quede con lo que traía puesto! Elvira Meza
Anciana pierde todo en un incendio, menos la fe
Mal inicia el mes para quien se le quema su casa en día primero, ¡esa es la síntesis del infortunio de Doña Elvira! ¡En un abrir y cerrar de puertas! su vivienda fue reducida a cenizas, fue la segunda ocasión, en la anterior si logró salvarla de otro elemento; el agua. A sus 69, le vida le marca el derrotero de iniciar de entre las cenizas la reconstrucción de los recuerdos y la esperanza.
Fue el 1 de abril, un día que podría ser como cualquier otro, pero no para Elvira Meza, le marcó la diferencia entre tener o no tener morada. Ocurrió en un instante; salió de su vivienda ubicada en los límites de la Colonia Emiliano Zapata y López Portillo iba a casa de uno de sus familiares, minutos después la historia le cambiaba la vida; sus vecinas presurosas llegaron avisarle que su casita era consumida por el fuego.
Dejó la visita y corrió hasta su domicilio desde que llegaba se dio cuenta que había problemas, del techo salían llamas rojas, voraces, abrasivas, relucientes, una espesa capa de humo daba cuenta de sus pertenencias, nublaban por un momento el sector de la colonia Emiliano Zapata.
Al recordar ese episodio, afloran las lágrimas, espontaneas, le embarga la tristeza y la impotencia de no poder hacer nada, emocionalmente se incita a la desesperanza, pero que se contrarresta cuando se atestigua la silenciosa solidaridad de los vecinos cuyos afanes intentaban apagar el fuego destructor que no dio tregua, pese a los esfuerzos por rescatar la casa sobrevino el derrumbe, la endeble edificación sucumbió al fuego, ¡se quedó sin hogar en un abrir y cerrar de puerta!
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Dos semanas después, sentada en una banqueta contigua, observa como inicia la reconstrucción como si fuera ¡el ave fénix de la Emiliano Zapata! resurge la esperanza desde las cenizas, se puede perder todo, ¡menos la fe!
En su memoria está presente que esa batalla no ha sido la única que ha librado en su morada, narra como antes sufrió daños, los embates de los elementos de la naturaleza han confabulado en su contra, hace un año fue el agua; tras las lluvias se las vio difíciles, aunque la adversidad es lo cotidiano, ¡la constante! En la pobreza, la cuesta arriba de la vida es interminable.
Desde entonces, el día a día marcó el palpitar de una rehabilitación lenta que poco a poco, con sacrificios vencía la atrofia de la edificación, siempre alentada con la esperanza puesta en la recuperación, la estaba reparando, pero, cuando casi lo logra, la fatalidad la alcanzó nuevamente, ahora el elemento fue el fuego, taimado como es, ¡le jugo una traición! En unos cuantos minutos ¡acabo con el patrimonio de años!
¡Lo que más me duele es la muerte de mis cinco perritos!, murieron calcinados, no pudieron sacarlos, lo intentaron los vecinos y los bomberos, pero todo fue muy rápido.
Recuerda con nostalgia; mi casa se vino abajo, tampoco pudimos sacar los muebles, se quemaron ¡me quede con lo que traía puesto! Señala Doña Elvira.
Este sábado empezó la reconstrucción de su casa, las actividades iniciales fueron para derruir los restos de la anterior edificación, los últimos jirones de cemento y ladrillo cayeron impregnados de recuerdos, añoranzas… ¡de humo! En su superficie se palpan esas interminables horas de vida dispuestas al trabajo, ahora caen inertes ante la guadaña metálica de la retroexcavadora.
No queda piedra sobre piedra, se derrumba lo que quedan de las bardas, retiran las vigas heridas de muerte, llevan la marca de tizón, yacen muertas desde aquel día, tumbadas en el piso, esas que siempre fueron el cielo que marcaba el límite de la mirada interior de doña Elvira, quedaron reducidas a escombro, leña con cicatrices de combustión inacabada.
La vida sigue, la comunidad se ha sumado en ayuda, el dinero por aquí no abunda, cae a cuenta a gotas, lo que si fluye caudalosa es la voluntad y la solidaridad de todos, es un caso muy sentido, tanto que hasta el gobierno se sensibiliza con la desgracia de una mujer sola que en un abrir y cerrar de puertas, perdió casi todo, menos la fe que ahora potencializa ¡es la fortaleza que marcara el renacer del nuevo proyecto, cuando esta a punto de llegar a los 70 años, sigue el ejemplo del ave fénix, resurge de entre las cenizas, así lo entiende y agradecida dice a sus benefactores, lo mismo a los que tienen rostro como a los que se pierden en el anonimato de la bondad, ¡Dios los bendiga!
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