Crónica:
15 de Noviembre 2022
¿¡¡¡ porque me cuelgas, te sientes muy huevudo!!!?
Crónica de una conversación basura
¡¡¡ahorita te voy a decir como te voy a recomendar!!! Se escucha en el teléfono una voz gruesa en tono amenazante, son las formas rupestres a las que recurre una empresa que pretende arreglar un conflicto laboral por la vía del insulto y la amenaza dirigida a los 18 empleados que iniciaron una insurrección contra el emporio concesionario de la basura que cobra millones para después escatimar prestaciones y sueldos a sus empleados.
Un grupo de empleados se colocan afuera de la compañía, es la mañana del jueves 16 de febrero, apenas hace dos días se celebró la amistad, hoy se declara oficialmente la guerra, las inconformidades que se venían gestando desde semanas atrás llegaron a su punto de termino. Hay tensión, el clima esta frio, pero el ambiente esta calientito. De frente al sol se recargan en la barda hecha de block cacarizo que delimita los terrenos del emporio de la basura de Parral ubicado en la carretera Parral-Jiménez, el portón semeja una fortaleza, está cerrado, ¡no hay puentes de negociación!
Los trabajadores se quejan de los abusos laborales y malos tratos, luego deslizan el primer nombre; Patricia Lozoya, la hermana del expresidente municipal Alfredo Lozoya, ella maneja los destinos de la exitosa concesionaria municipal que cada año, durante los últimos cinco, invariablemente recibe incrementos sustantivos por sus servicios, es la de mayor crecimiento de entre los proveedores municipales.
Poseen el contrato municipal para recoger los desechos y administrar el relleno sanitario, concesiones otorgadas durante el periodo de gobierno de Miguel Jurado Contreras, hacerse de esa asignación fue fácil, el cierre de la faena del favorecimiento lo vieron en circuito cerrado de televisión, sentados en la primera fila de la oficina de la oficialía mayor, después en la administración de Alfredo Lozoya Santillán, la renovación solo fue de trámite, la ampliación fue sin problemas, ¡nadie va contra su propio interés!
Todos los días a las dos de la mañana las rutas que salen son menos de las que estipula el contrato, el gasto de operación por tanto se reduce y el ciudadano tiene que aguantar la discontinuidad en el servicio prometido, el contrato castiga la omisión, pero ¿Quién lo aplica?
Las pocas rutas que salen son baratas en su operación, consta de tres empleados; un chofer que apenas sobrepasa los 300 pesos diarios y dos “boteros” que con suerte reciben poco más de 200. Con menos de 800 pesos arman una cuadrilla por cuyos servicios el municipio deberá pagar diez veces más.
Los boteros son verdaderos atletas, deben recorrer unos 12 kilómetros diarios a pie, en una rutina que se repite cientos de veces en una jornada; recoger el bote, vaciarlo en el camión, regresar el depósito a su lugar y luego subirse en uno de los estribos para la siguiente parada que esta apenas unos metros más adelante.
Hace poco mas de un mes la exitosa empresa cambio de administrador, salió de su función Noel Chávez, quien también fuera encargado de servicios públicos durante el gobierno de Cesar Dajlala, con su salida llegaron auditores con la consigna de encontrarle hasta la sal que le pone al sándwich que lleva de lonche, fue relevado de su encargo por un foráneo, una persona procedente del centro del país que los Lozoya contrataron para mejorar los ingresos, no para eficientar el servicio a la comunidad, ¡eso no es prioridad!
Desde entonces los sueldos, dicen los empleados, se los bajaron, las prestaciones siempre han sido irregulares, en 8 años de servicios ninguno ha logrado acceder a un crédito de vivienda.
Los ciudadanos también fueron exigidos; los precios del acceso al relleno sanitario se dispararon para los que acuden a dejar la basura, de 30 pesos se llevó hasta los 100. La medida resultó contraproducente, muchos se devolvieron y les tiraron la basura en los alrededores, ahora la recogen ¡y gratis!
Mientras que los bolsillos de los propietarios se llenan, el de los empleados se encarecen, son famélicos, ¡anémicos! Su disminución de volumen económico fue el caldo de cultivo de la inconformidad, la mitad de la plantilla se declaró en paro permanente, son 18, el equivalente a seis rutas y por tanto ¡el servicio colapsó!
La mañana del jueves al iniciar el camino en busca de una solución a su situación laboral, los ruteros se apostaron afuera de la empresa, pero no fueron a trabajar, la crisis estaba en las calles y ¡en la empresa! las protestas de los vecinos ya no se podían disimular en la presidencia municipal con tanta llamada, tampoco ¡en la prensa! El cumulo de desperdicios se había quedado en las banquetas de varias colonias.
Cuando los trabajadores explican sus motivos de negarse a trabajar, uno de ellos recibe una llamada, contesta, no le agrada el tono en cómo le hablan, cuelga, gana tiempo y espera el segundo llamado, segundos después entra nuevamente, responde con el alta voz encendido para mostrar a la prensa las técnicas rupestres de resolución de conflictos, dando con ello apertura a un dialogo por demás denigrante, ¡de nivel basura!, la amenaza y la presión como estériles instrumentos de resolución de crisis.
-Bueno
- ¿¡¡Porque me cuelgas!!?
- ¿Quién es?
-¡¡¡Quien sea!!! ¿¡¡porque me cuelgas!!?, ¿¡¡te sientes muy huevudo!!?
- ¿Huevudo por qué?
¿¡¡¡Porque chingados andas alborotándome a la gente!!?
- ¡Nosotros no estamos alborotando a nadie, pedimos lo justo!
¿¡¡¡Tan culo que pones el alta voz!!!?
Entonces los trabajadores comprenden que el amenazador está más cerca de lo que piensan, sabe lo que están haciendo, como si los estuviera viendo, la conclusión es fácil;
- ¡Aquí esta adentro! -de la empresa-
Luego retoman el dialogo con el amenazador;
- ¿entonces que quieres, que me recomiendas o qué?
-¡¡¡¡Ahorita vas a ver que te voy a recomendar!!!
Luego el rupestre negociador cuelga, no deja escuchar más su voz y retiene para si el florido lenguaje obsequiado a su interlocutor en los segundos anteriores, ¡fin de la conversación! Hay incertidumbre entre los empleados manifestantes, uno de ellos, el que tomó la llamada saca un cigarrillo, lo enciende y aspira humo, reflexionando en relación a lo que acaba de escuchar, pretende en su memoria decodificar la intimidación para poder digerir el mal sabor.
Luego sale un hombre del emporio que tiene la concesión de la basura; vestido de mezclilla, chamarra café y boina negra, se dirige a los trabajadores, tiene acento sureño, invita a los empleados a reintegrarse a sus labores, es uno de los empleados de la empresa;
- ¡no podemos privar a la ciudadanía de un servicio!
- ¿y a nosotros si nos pueden privar del sueldo? -revira un empleado-
- ¿díganme de aquí quien no cobró su sueldo?
- ¡yo no lo cobre porque estoy en desacuerdo con lo que me están pagando!
-Es algo que tiene que resolver en lo particular
Luego al empleado de la empresa le entra una llamada, es de alguien a quien debe contestar por eso interrumpe abruptamente la conversación, la finaliza… ¡el conflicto sigue!